Un año más se celebró en
Culebras la antiquísima procesión de san Sebastián. Con orígenes medievales
relacionados con las epidemias que asolaron Europa y que diezmaron
considerablemente su población, la Alcarria conquense no fue una excepción y
sufrió también su terrible mortalidad. La tradición oral cuenta que en la
cercana aldea de “el Val”[1]
sufrieron un grave brote de peste y las gentes de Culebras fueron a socorrerles,
contagiándose por ello. Ante esa situación solicitaron la ayuda de san
Sebastián y realizaron sahumerios con ramas de sabina en las puertas de sus
casas para que el humo entrase en ellas y las desinfectase, consiguiendo
sobrevivir algunos de ellos, antepasados de los que siglos después siguen
conservando esta interesantísima tradición. Al parecer, los pocos
supervivientes de El Val donaron sus bienes al pueblo de Culebras en
agradecimiento al auxilio prestado, pasando a unirse ambos términos.
La procesión de san
Sebastián requiere de unos preparativos previos, ya que unos días antes del día
20 de enero los vecinos se desplazan al monte cercano para cortar las ramas de
sabina que posteriormente se quemarán en las puertas de las casas, de la
iglesia y durante la procesión.
La noche anterior a la
procesión los vecinos dispusieron como todos los años las hogueras frente a las
puertas de las casas para que ese humo sanador entrase en ellas.
Ya por la mañana, frente
a la entrada de la iglesia parroquial, se colocaron cuidadosamente las ramas de
sabina para envolver a este acto religioso de un humo “mágico” que hace esta
celebración tan especial. En función de la orientación del viento que haya el día
del acto, ese humo entra en el interior del templo, sucediendo esto último si viene
del sur o del oeste.
Al comienzo de la procesión, los vecinos se disponen a subir en hombros con orgullo la imagen de su patrón san Sebastián, talla del escultor conquense Fausto Culebras, natural de Gascueña. La antigua imagen del santo que existió en Culebras fue realizada en 1585 por el escultor flamenco Giraldo de Flugo, siendo pintada por Juan Gómez. Esta escultura que había sobrevivido a la Guerra Civil parece que se quemó en un incendio que tuvo lugar en la iglesia parroquial en los años cuarenta del pasado siglo.
Durante el recorrido por
las calles de la población, el párroco de Villar de Domingo García, Noheda,
Valdecañas, La Ventosa, Bólliga y Culebras don Juan María Sellas Vila dirige la
procesión con entusiasmo realizando diferentes oraciones a las que acompañan
los asistentes.
En esta imagen se puede
observar el paso de la procesión con la presencia de don Julián Lucas, alcalde
de Villas de La Ventosa, municipio del que forma parte Culebras.
Para finalizar esta
celebración en la que vecinos, autoridades y el propio santo se ahumaron con
este humo purificador, tuvo lugar una estupenda caldereta de la que todos ellos
pudieron disfrutar.
[1]
La aldea del Val se
encontraba donde aún hoy está la ermita de la Virgen del Val, entre Culebras y
el vecino pueblo de Sotoca, junto a un antiguo poblado romano en el que
Heliodoro Cordente situaba Contrebia Cárbica.
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